Cuando leí por primera vez Cien años de soledad la muerte de José Arcadio Buendía, me llamo mucho la atención y fue una de las partes que mas me gustó, pues culminaba la historia de aquel «Adan Macondiano» el fundador de Macondo e inicio de la estirpe de los Buendía, hombre que trabajaba en su taller de alquimía, que reveló su gran descubrimiento: La Tierra es redonda como una naranja sin haber salido de Macondo, y al final de sus dias, sentando bajo ese árbol hablaba con el espectro de su amigo Prudencio Aguilar, asi García Marquez describe su muerte:
“Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto, despertando hacia atrás, recorriendo el camino inverso, y encontraba a Prudencio Aguilar, en el cuarto de la realidad. Pero una noche, dos semanas después de que lo llevaron a la cama, Prudencio Aguilar le tocó el hombro en un cuarto intermedio, y él se quedó allí para siempre, creyendo que era el cuarto real”.(Cien años de Soledad)
El día del funeral, llueven minúsculas flores amarillas que cubren las calles, y deben despejarlas con palas para dar paso a la marcha funebre…
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